martes, 31 de diciembre de 2013

Recuento de fin de año

Una vez más, dejé tirado esto. En mi defensa, al menos he vuelto para dar mi recuento y pues, espero que el otro año pueda estar más pendiente de mi blog, que igual es un modo de diversión... y frustración, ha.

No haré un orden cronológico pues mis meses fueron todos iguales, pero sí hubo un antes y un después en febrero pues... bueno, mi vida dio un giro enorme (para mal) y he sufrido las consecuencias desde entonces.

En mayo ocurrió un hecho muy particular: prácticamente, yo no debería estar escribiendo estas palabras ahora. Debería haber desaparecido del mundo pero acá estoy, atormentando vidas ajenas y la mía. No han habido cambios. Soy solo yo, intentando recomponer los trozos de mí misma.

Yukata

Desde ahí no ha pasado nada muy interesante hasta el Nihon Matsuri, al cuál dediqué todo mi tiempo y deseos. Fue mi hijo, prácticamente. Y creo que quedó fabuloso, espero con ansias poder superarme en la organización y la decoración el otro año. Incluso, me compré una yukata para poder sentir el ambiente. Creo que me veo genial... pero no lo digo por ser yo, eh.

Por lo demás, hubo muchas cosas malas, pero también otras buenas. Me reencontré con gente con la cuál no tenía mucho contacto y pude estrechar los lazos. Otros, definitivamente se fueron. Algunos espero que sean para jamás volver. Esto lo digo sinceramente y desde el fondo de mi corazón, porque me hicieron mucho daño.

También, otra cosa genial fue poder comenzar una carrera como modelo de (mi) Camila. No pensé que pudiera llegar a verme tan bien en las fotos. Hemos tenido sesiones shuer consheptuales y siempre me divierto en las mismas. Espero poder especializarme el otro año y poder mejorar posando. Quién sabe, quizás hasta llego a dejar mis fotos en una agencia, con la esperanza de que alguien me contrate, hahaha.

Ahora, este año no tenía alguna resolución y creo que soy tan fome que este próximo año tampoco la tendré. Solo espero pasar todos mis ramos y que me vaya bien en la tesis (¡toca hacerla este 2014!), pero no quiero pedir nada. Total, estoy tan decepcionada de todo que sé que no se cumplirá. ¿Y ustedes, gente? ¿Cuáles son sus resoluciones? Sé que son ñoños, pero si me dicen ese estúpido chiste de 1080x1024, juro que los golpearé.

Cuando esté más inspirada, volveré a escribir cosas bonitas. Espero que sea pronto. 

Por lo demás, ¡avanti, avanti! Esperemos que este 2014 sea mejor. Al menos, es par... a diferencia de este año que se va, me gustan los números pares.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Nosotros


Ciertamente, soy de las que se preguntan cosas en torno a las palabras. Desde que tengo memoria ha sido así. Quizás eso incite mi modo de ser humanista, pero supongo que eso no tiene nada que ver... o quizás sea la raíz del problema del por qué soy así.

Hoy estaba mirando el techo, intentando dormir, y solo pude pensar en personas gramaticales, algo idiota considerando que odio la gramática. Yo, tú, él, nosotros, ella, blah blah, yadda yadda. ¿A quién le importa? Las personas solo sirven para definir a entidades y ahorrarnos decir nombres completos. Ejemplo: Yo (Valentine) decreto que es idiota ocupar personas gramaticales.

Ahora bien, es irónico y perverso el que podamos definirnos en base a nombres y personas gramaticales. Cuando decimos yo soy yo estoy hablando de Valentine es Valentine, pero cualquiera puede decir yo soy yo y no se refiere a mi, sino a si mismo (un enredo en mi cabeza, determinado por falta de horas de sueño, ha). Dice yo soy yo y en realidad se refiere a yo (de nombre X) soy yo (llamado X).

El tú es algo descarado. Usualmente es como para apuntar al otro. Él y ella están bien, supongo, aún cuando en culturas no-occidentales quizás sea un poco feo decirlos.

Creo que, de todo, el nosotros es lo que más me gusta. Es como una canción de cuna arrulladora. Nosotros somos tú, yo, él, ella, incluidos en el mismo grupo. Nosotros es inclusivo y no discrimina, a diferencia de ellos. Porque ellos son ellos y nosotros, nosotros. Ellos son distintos y por eso los menciono aparte.

Meh, de cualquier forma, creo que me tomo las palabras muy a pecho... Solo debería decirlas y ya, en vez de saborearlas como lo hago. Total, yo soy yo; tú eres tú; nosotros, nosotros; y ellos, ellos. ¿Para qué más, si con eso basta? Mientras no nos confundamos y mantengamos la identidad, debería bastar... digo yo.

Listening to: Ayabie – Romancer -3rd press-.

sábado, 5 de octubre de 2013

Mala enseñanza

No te enseñan cómo amar a alguien. 
No te enseñan cómo ser famoso. 
No te enseñan cómo ser rico ni cómo ser pobre. 
No te enseñan cómo abandonar a alguien que amas. 
No te enseñan cómo averiguar qué piensa otra persona. 
No te enseñan qué decirle a alguien que se muere. 
No te enseñan nada que valga la pena.

Y, sin embargo, sigue siendo entretenido aprender más y más de las personas.

Listening to: Theatre of Tragedy – Image.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Don't forget to forget

Olvido.

1. m. Cesación de la memoria que se tenía.
2. m. Cesación del afecto que se tenía.
3. m. Descuido de algo que se debía tener presente.

- Real Academia Española.

Oh, sí, ahora lo recuerdo. ¡Pardiez! Cosas así no suelen sucederme (aunque deberían).

Así que, una vez más, viejo amigo, una acción (in)voluntaria se hace presente.  No hablo de una venganza ni un perdón, como dijo Borges, sino que el olvido es peor que ambas, porque significa muerte (y por eso le temo tanto al olvido, de hecho).

Nada me vuelve tan atrevida ni tan imprudente como olvidar. Nada me pone más triste que olvidar. Y, sin embargo, a día de hoy leo para olvidar. Es de las pocas formas que me quedan de ser libre.

De todas formas, no creo que sea relevante. Sólo es relevante el hecho que la RAE me recuerda cosas que debería olvidar. No sé cómo expresarme, tengo sueño, heh.

Discúlpeme por el olvido, no suele sucederme... 

O quizás sí. Quizás es mejor así. 

miércoles, 7 de agosto de 2013

Into destruction

El viernes pasado, su servidora estaba levemente muy borracha, puesto que la desesperación y el nerviosismo a veces la llevan a un punto de no-retorno. En ese punto de no-retorno, mientras comenzaba a beber su segundo vodka y fumaba un cigarro, tuvo una conversación consigo misma.

¿Me permitiré llevar a cabo una hermosa destrucción?, me pregunté. ¿Las destrucciones pueden ser hermosas?

Y es que, como he mencionado en alguna ocasión, hay un momento en donde destruyes para poder volver a reconstruir. Un momento donde aunque todo esté quemándose, sabes que tiene que volver a surgir, sea por sí mismo o a pulso. Y es ahí donde reí para mis adentros porque, en esa pregunta, me reconocí a mí misma, llevándome al punto de querer destruirme tanto, (...), tanto, que me fuerce a surgir de nuevo, como si fuese un fénix.

Mi discusión conmigo misma llegó a un punto circular y me callé mentalmente: sabía cuál era mi fundamento concreto y no tenía necesidad de repetirlo: yo había cambiado y lo mejor de ese cambio es saber que sigo sin parecerme a cualquiera que conozco. Esta falta de parecido es una de las cosas que me agradan y por eso me gusta discutir conmigo misma y otras personas: pone en evidencia quién soy yo misma, qué es lo que pienso y, sobre todo, me hace sentir aún más como yo.

Pero luego mi celular sonó avisándome de un mensaje y volví a preguntarme "¿Será que las destrucciones, incluso las mías, pueden ser hermosas?". ¿Qué ocurriría si me equivocase (una vez más)? ¿Y si el asunto no se trata de autodestrucción, sino de valores, y yo fuese una destructora de valores? Pues, un valor vulnerado y una ilusión desenmascarada suelen tener un cuerpo igual de mortificado: se parecen, y no hay nada más fácil que confundirlos.

Y mientras abrí la puerta de mi casa y pensaba en la destrucción de mundos, de valores y otras cosas, me llevé la mano a la cara preparándome para un último acto... o quizás no el último, pero sí el que cerraría un capítulo.

sábado, 20 de julio de 2013

About gardeners and architects

Entonces hoy yo venía a escribir, sin saber de qué quería escribir. Planeaba hacerlo sobre gatitos, perritos, conejitos. Quizás sobre la venida de la Tercera Guerra Mundial o tal vez sobre mi imposibilidad de disfrutar las cosas simples de la vida (me pasa lo mismo con las no-simples, en todo caso), hasta que vi esta entrada escrita por este personaje y todo se me fue a la mierda. No me malinterpreten, de verdad que amo a Sergio, pero a veces me deja descolocada y me hace llorar (?) y otras cosas de las que no hablaré acá.

No quiero hacer un tl;dr de lo dicho en la entrada, porque sería absolutamente agradable y recomendable que la leyeran por ustedes mismos, pero me hizo pensar en algo... más que nada, en referencia al libro que intento hacer.

El otro día, tuve una conversación con @Seba respecto a los jardineros y los arquitectos en la escritura: un jardinero es alguien que no planea y escribe, haciendo florecer palabras, pensamientos y todo sobre la marcha, provocando que las sensaciones sean fluidas. Un arquitecto es aquel que planea todos los pasos a seguir antes de ponerse a escribir. Quizás sí pueda hacer florecer palabra, pero de cierta forma, será un poco más artificial que un jardinero. 

Llegando al punto donde conecto todo esto con los dichos de Sergio, me parece que el conocerse a uno mismo es una de las actividades más dolorosas por las que uno puede pasar. Es destruir ciertos paradigmas que uno codificaba sobre sí mismo para pasar a saber cuál es el verdadero yo. En mi caso, desde mi temprana adolescencia, este tema resulta un dolor de cabeza para mí (pero hoy tampoco hablaré de eso).

Si uno se conoce a sí mismo, ¿podría determinar si es un jardinero o un arquitecto? ¿el conocerse realmente influirá de sobremanera en la escritura? Yo sé que las preguntas podrían sonar burdas, pero el sentido es pensar en cómo nuestra manera de comunicarnos puede estar influenciado por lo mucho o poco que nos conocemos a nosotros mismos (o quizás ni siquiera conocernos, sino que simplemente aceptarnos), incluso, la comunicación no-verbal puede estar influenciada por este hecho, lo cuál podría o no significar una merma en nuestra confianza en nosotros mismos.

La analogía del jardinero/arquitecto podría ser también una analogía para el cómo concebimos nuestra forma de actuar en la vida y puede o no coincidir en nuestra forma de expresarnos, escrita u oralmente. Por mi parte, para escribir soy jardinera (aunque luzco como arquitecta) y oralmente soy un poco más arquitecta. Se podrían dar cuenta de eso al revisar este blog y al hablar 1v1 conmigo, há.

Y pues, más que una reflexión, esto era una acotación a la entrada que cité, porque considero que no estoy agregando nada que nadie sepa... sólo quería escribir *sigh*

Listening to: Theatre of Tragedy – Machine.   

jueves, 4 de julio de 2013

Cien Años de Té en Chile con La Tetería

Cuando pensamos en el té, pensamos en una escena específica: la Reina Isabel o algún inglés almidonado consumiéndolo a las 5 o'clock mientras lo acompaña con scones. Levanta su taza con el meñique recto y se ríe en un inglés flemático a la vez que habla de algo, quizás, insustancial.

Cuando pensamos en el té y sus inicios, sabemos de China, de la India. Pensamos en Inglaterra, en Ceylán (actual Sri Lanka, pero asociamos el nombre por su té negro). Pensamos en los viajes, en las revoluciones que ha causado (¿a alguien le suena la Boston Tea Party?) pero... ¿y Latinoamérica? ¿y Chile?

Chile está en el top 10 de países que más consume té a nivel mundial. Al año, se consumen 10 mil toneladas de té en Chile. A juicio de cualquiera, impresiona, pues estamos sumergidos en un continente cafetero. Gran parte de esto podría deberse a la preocupación de los comerciantes por la estética. La creencia es que el marketing se desarrolló con la liberación de la economía, pero eso es una mentira...

Anoche, con @Lambdadelta fuimos a un evento realizado en el Mall Espacio M. ¿Su nombre? La presentación del libro "Las Marcas de la Historia III: Cien Años de Té en Chile (1870 - 1970)", escrito por Óscar Aedo Inostroza, quién justamente desmiente este pensamiento respecto al marketing.

El proyecto de Aedo (autodenominado El Cachurero, como comentó anecdóticamente anoche) comenzó a inicios del 2000, donde hacía una recopilación de marcas en Chile y cómo estas han trascendido en la historia. El primer volumen de la colección consistió en cigarros y el segundo era sobre bebidas y agua mineral. Ahora le tocaba el turno al té. Y es aquí donde entra La Tetería...



Cuando llegamos anoche, el escenario era ideal: una decoración en tonos amarillos acompañados por rosas, swing tocando, teteras de plata y tazas de porcelana blanca, para poder ver el té en todo su esplendor.


Recepción del evento. Mall Espacio M.


Hablando particularmente de la ceremonia, consistió en la bienvenida de parte de Patricio Hurtado, Director de La Tetería, quién hace una mención especial a los Twitteros que los siguen y han hecho de La Tetería lo que es hoy: un negocio que se ha ido desarrollando a lo largo de ocho años, tiempo en el cuál el té se ha ido popularizando y masificando en el país.


Fotograma en la pared: "El té más fuerte. El héroe de los tées"


Luego le tocó el turno a Óscar Aedo, autor del libro, quién dio sus agradecimientos, para luego pasar la vara a Rodolfo Gambetti, periodista gastronómico, quién hablo sobre las bondades del té: respecto a los beneficios que tiene a la salud pero, por sobre todo, con lo que nos convocaba: el beneficio mayor que posee, como documento histórico. Y justamente su valor como tal podía producir esta publicación potente y hermosa, trabajo de años de recopilar en lugares áridos, en antigüedades y, sobre todo, intentando rescatar la hermosura de envases y etiquetas.

Servicio de Té ofrecido por La Tetería

El Servicio de Té ofrecido por La Tetería estuvo a nuestra disposición: té negro Assam Hazelbank (India) y té verde Bancha (Japón), ambos preparados de una forma magnífica. El Assam maravillaba con su sabor tradicional pero pronunciado y su hermoso color rojizo profundo, mientras que el Bancha poseía ese matiz refrescante y energizante, ideal para ser la contra parte del té negro ofrecido.



El hermoso color de un Bancha bien preparado


Teteras conteniendo Assam Hazelbank. Nótese el color rojizo.
Una de las cosas que quiero rescatar es que pudimos presenciar una exposición (que sigue en el local de La Tetería del Mall Espacio M, en el segundo piso) de las mismas latas que aparecen en el libro. El trabajo en poner recomponerlas a su estado original es digno de admiración.





Té Arturo Prat.
Té Cruz Azul

Té Puro de Horniman
Té para combatir el Alcoholismo
Actualmente, el local de La Tetería del Mall Espacio M cuenta con 70 tés distintos, a diferencia del local de Santa Magdalena, que cuenta con 80 (de todas formas, sólo es una diferencia de 10 tés). El local de Mall Espacio M no tiene nada que envidiar a su predecesora, pues además de comprar té, pueden comprar distintos productos, como contenedores, teteras tetsubin importadas directamente desde Japón y tazas.



¡Todas estas variedades de té!
Tetera tetsubin

Set de tazas de té junto a una tetera tetsubin
La Tetería realizó a los presentes una entrega de regalos, consistente en un marcador de libros, un colador para té tipo huevo y una delicia: Christmas Tea, variante europea del Chai Masala y cuyo aroma hace remembranza a un pan de pascua. Su sabor es dulce, cítrico y su aroma bien definido.


Contenedor del Christmas Tea
Finalmente y para concluir, reitero mis agradecimientos a La Tetería por la invitación y hago un llamado a la gente amante del té para que vayan a ver la exposición realizada y disfruten de un magnífico té en estos días invernales ♥

P.S: El libro "Las Marcas de la Historia III: Cien Años de Té en Chile" tiene un valor de $40000 pesos (chilenos) y puede ser encontrado en librerías y La Tetería.