martes, 26 de marzo de 2013

A weird situation

Hace semanas que quería contactarle y fue complicado. Busqué por internet y otros métodos, nada funcionó. Los datos que precisaba no los encontré (¿acaso habré perdido mis habilidades stalker o es que lo que quería estaba realmente oculto?). Hasta que, por casualidad, encontré su tarjeta entre mis cosas. Una tarjeta que hace años perdí y se presentó cuando ya dejé de buscar.

Con manos temblorosas redacté algo. Sabía que no estaba del todo correcto y, cuando lo leí, pude encontrar muchos errores: algo inconexo, un error gramatical, algo disonante. Cambié todo. Lo borré todo. Repetí todo. Así unas tres veces. ¿Cuándo iba a estar perfecto? ¿Puse muchos detalles, puse muy pocos detalles? Pulsé el botón "Enviar" y le dí una honda calada al cigarro mentolado de mala calidad que tenía en la mano derecha. Solté de mi boca, de mis pulmones, el contenido. Una ola se arremolinó sobre mi cabeza, formando figuras redondas. Dí un sorbo a mi té y apagué el cigarro. 

A las horas, recibí la respuesta y me eché a temblar. Si tanto lo deseaba, ¿por qué me daba miedo esa respuesta? (Eso es fácil: siempre tiendo al auto-boicot. Muy pocas veces me siento merecedora de algo así que mi tendencia es arruinar mis chances...).

"Llámame a este número..."

Primer intento. El teléfono suena y me arrepiento de mi decisión, colgando a la segunda timbrada. No tengo el coraje de seguir. Lo pienso detenidamente y presupongo que no hay camino fácil para nadie. Segundo intento, fallido. El buzón de voz me anuncia que apagó el teléfono. Espero un par de horas más. Tercer intento. Era la misma voz que recuerdo de hace años atrás. Saluda con naturalidad y yo no puedo.

"Te escuchas nerviosa". Me río en forma nerviosa y lo niego aunque sé que es verdad. 
"Suenas angustiada". "Sí, un poco", respondo, intentando disimular.
"Ya me acordé de quién eres". Silencio. "¿Con detalles?". "Sí".

Mi mirada se pierde en el cuadro de flores de la sala, intentando reconocer algo en los pistilos falsamente pintados y pensando que hay varios detalles que me gustaría arreglar en ese cuadro, intentando desconectarme de la conversación.

Me incomoda que la otra persona no se incomode como yo (sí, el que el otro no se incomode me pone incómoda a mí, algo que no pasaba de antaño).

¿Sabes? Me gustaría haberte contactado en una mejor situación, pero no se puede...

Escucho como él se ríe ligeramente y menciona lo buena chica que soy, pero que qué se le va a hacer. Me disculpo por buscarlo sólo para cuando ya lo veo todo perdido. Presiento que él sonrió de medio lado. Se limitó a decir que los dos salimos ganando: él se queda con la consciencia limpia de que podrá ayudarme y yo me purgaré por todos mis pecados. Que ambos salimos ganando. Río tristemente y respondo "no, yo ya no puedo ganar...".

Una situación extraña porque, antes, no hubiese aceptado la derrota pero así es como es: Valentina ya no puede ganar. Sin embargo, aún puede torcerle la mano al destino. O, al menos, lo intentará...

Listening to: Lacrimosa – The Turning Point.

No hay comentarios:

Publicar un comentario