domingo, 9 de junio de 2013

Nightmares and constraints

¿Han estado en alguna pesadilla? La respuesta es obvia (un sí, lógicamente). Una pesadilla donde despiertas sudoroso y con la cara desencajada, donde te das cuenta de que no hay de qué temer: estás solo en tu cama, sin ningún peligro alrededor más que tus demonios imaginarios. Sólo basta con encender la luz, quedarse quieto un momento y relajarse. Todo va a pasar.  

Pero ¿es siempre así? ¿siempre despertamos de las pesadillas? No. Sé que no. Doy fe de que no.

El soñar puede volverse horrible cuando te das cuenta de tus pesadillas, cuando estás consciente de ello. No es lo mismo dormir y no recordar los sueños a vivirlos, a sentirlos en tu piel. No es lo mismo soñar con el circo de los payasos diabólicos del espacio (¿a alguien realmente le asustó esa película?) a soñar con cosas que eran lindas, pero sabes perdidas... y eso es una verdadera pesadilla.

Están esas pesadillas que son pesadillas como tales: cosas que asustan, tu némesis persiguiéndote. Cosas que te pueden dañar. Manías, pecados, fobias. Despertares angustiantes y frío en la espalda.

Y están esas otras pesadillas que no son pesadillas: tiempos mejores, tiempos que no volverán por más que supliques a todas las Moiras que deshagan el tejido prehecho y fabriquen uno nuevo. 

Si lo pienso bien... no sé bien cómo explicar eso. Lo de los tiempos mejores. ¿Todo tiempo anterior fue mejor? No, quizás no. Pero surge una especie de añoranza. En mi caso, sé que los tiempos anteriores eran mejores. Cuando las cosas van bien, hay una tranquilidad en tu corazón que te indica que así es, y no un sentimiento de que, en cualquier momento, tu cabeza va a estallar.

¿Sobre pesadillas, entonces? Todo es potencialmente pesadilla para mí. Todo, sea sueño hermoso o no. Pesadilla porque da miedo, pesadilla porque añoro el tiempo pasado. ¿Y la conclusión? La vida es una pesadilla... no volverá a ser como antes.

Listening to: LIV MOON – The Show must go on.     

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